viernes, septiembre 23, 2005

Intensa movilización policíaca... el concierto de INTERPOL

But you're so cute when you're frustrated, dear
Yeah, you're so cute when you're sedated, oh dear


Jamás he podido negar, de una manera más o menos creíble, mi fascinación por las nuevas bandas de rock (es un decir) que surgen día con día. Bien podría ser una obsesión enfermiza por lo novedoso, pero ahora que lo pienso, no, no se trata de eso. Es algo un poco más íntimo.

En realidad, busco en esas canciones, en esa música, en esas letras, un botón específico, una palanca explosiva que detone nuevas emociones, o que al menos, me recuerde algunos viejos sentimientos que andan por ahí arrumbados. Por eso me gusta U2, porque tiene la precisa virtud de emocionarme, de conmoverme, y eso es lo que más busco, y eso es lo más me cuesta trabajo encontrar. Y mira que han desfilado por mis oídos, White Stripes, Pulp, Doves, Vines, Hives, Blur, (Oasis no, me cagan), Coldplay, o inclusive Radiohead, pero no, nada más no encuentro esos detonantes nucleares.

Por eso, no deja de parecerme extraño que INTERPOL me guste tanto, porque, mira tú, es una banda totalmente anti emotiva; es la antimateria de las emociones. Porque escucharla me produce una dulce decadencia, una ligera depresión en la que de pronto me encuentro cómodamente instalado, que se te mete por las venas, así… suavecito. O quizás por eso me guste, porque, en términos generales, es la música que combina perfectamente con el desencanto del tipo huraño, poco amable, que realmente soy (este último comentario, con copia para Madame López).

Y pus bueno, detalles técnicos del concierto sobran: el muy talentoso bajo de Carlos Denler, con problemas de ecualización; la tarola de Sam, un poco brincona; la guitarra de Kessler, magnífica, y finalmente, la guitarra de Paul, con algunos problemas a la mitad del concierto, pero su voz, bastante buena. La selección de canciones fue también buena, pero, como siempre, faltó una: C’mere. Las más brillantes: PDA y Public Pervert. La asistencia, un poco de todo: wannabes del vocalista; desubicado individuo cometiendo delito de portación de playera prohibida… ¡una de Velvet Revolver!; chicas guapas con peinados chafas; chicas chafas con peinados chafas; una hermosa roquera con lentes de pasta, tan cerca y tan lejos de mi; una mini playera de INTERPOL para Leonardo, adquirida de último minuto; nacos que consumen ICEE de limón y papas con salsa, minutos antes del concierto (parecía que iban a un partido necaxa – atlante), etc. LO PEOR: definitivamente, el grupo abridor, Los Dynamite, urge que se dediquen a otra cosa.

Hay un detalle de esta noche que me pareció inquietante: docena y media de canciones, unas escasas palabras en español del vocalista, y un juego de luces sumamente simple, producen lo que para mi era inconcebible con INTERPOL: 10000 mexicanos brincando, emocionados, festejando. Yo, en cambio, preguntándome, perplejo, cuál es el maldito motivo de la alegría, mientras tanto me dejo envenenar, cierro los ojos, me pongo las pantuflas, y feliz, me echo a dormir en los doscientos sofás que están disponibles para mi.